Consejos

  • Evitar tocar el instrumento de viento nuevo por tiempos prolongados. Cuando un instrumento de viento es ejecutado, la humedad del aire del interprete penetra las paredes, lo que produce una expansión localizada. Al secarse, el instrumento se contrae. Hay que intentar que este proceso no sea brusco. Las flautas nuevas, aunque construidas con material bien estacionado, deben ser ejecutadas durante lapsos progresivamente mayores. Esto significa, no tocar durante horas el primer día que se adquiere un instrumento. Hay que ir acostumbrándolo a su nueva vida. Lo ideal es tocar el primer día unos 15 minutos, al segundo una media hora, e ir incrementando el tiempo cada vez más. Esto produce una gimnasia en la fibra, que acompaña el intercambio de humedad. Lo mismo sucede con instrumentos que no han sido ejecutados por periodos prolongados de tiempo.

  • Secar el instrumento una vez usado Los instrumentos de viento se humedecen producto de la condensación del aire pulmonar, así como por la emisión de saliva. Es una buena practica acostumbrarse a secar el interior del instrumento luego de una ejecución prolongada. Para ello utilizar baquetas y paños para tal fin. No introducir elementos extraños que podrían quedar atorados

  • Uso de aceites Muchos fabricantes recomiendan el uso de aceites para la mejor conservación de instrumentos de madera o de bambú. Sin embargo, es una práctica discutida y de la que no se debe abusar. El exceso de aceites, o la baja calidad de algunos, puede ser contraproducente ya que forma una capa pegajosa que adhiere el polvo, o se ponen rancios. Aceites sintéticos como el de siliconas, aceite mineral, o aceites livianos como el de almendras y de camelias, usados en buen grado, me han mostrado buenos resultados. En instrumentos laqueados, los preferidos son en base a siliconas

  • Conservación externa Si el instrumento está laqueado, puede limpiarse con un paño ligeramente humedecido en agua, o en alcohol fino si tiene adherida grasitud. Las siliconas -como las que se usan para partes plásticas de automóviles- mejoran el brillo externo

En los años que llevo construyendo y vendiendo instrumentos de bambú, ha sido una pregunta recurrente el que hacer para mantenerlos. Me encuentro permanentemente con ideas y preconceptos acerca de que pasa con el bambú y el sonido con el tiempo de uso de una flauta u otro instrumento musical. Gente que piensa que nada hay que hacer con el bambú o la madera, dejarlo "que respire", hasta la que considera que hay que sellarla y aislarla lo más posible del medio ambiente que la rodea.

Ambas posturas tienen parte de cierto, pero depende mucho de que material estamos tratando, su estado de maduración y estacionamiento, grado de humedad, etc.

Lo que sucede en la realidad es que ningún acabado sintético aísla completamente a la quena del medio circundante, pero su función es que el intercambio de humedad se realice de la manera más moderada posible. Las únicas aislaciones completas respecto al medio se pueden realizar mediante el parafinado, o la aplicación de mástic, pero no son procedimientos útiles para una flauta.

Tratando con bambúes bien seleccionados y estacionados, es sumamente difícil que modifiquen de manera perceptible sus dimensiones de longitud, diámetro o espesor de pared. Una vez perdida -en la forma más lenta posible- la humedad inicial, alcanzando un equilibrio con el medio, una ganancia o pérdida de la misma no se traduce en grandes cambios dimensionales como para afectar la afinación de una flauta.

Puedo decir si que el bambú puede rajarse  longitudinalmente debido a dicho intercambio de humedad con el medio externo, o en otros casos, por liberación de tensiones internas del material. Recordemos que cuando el ejecutante sopla, esta enviando al interior del instrumento aire con una composición diferente del aire circundante, tanto en su contenido de dióxido de carbono como de agua en estado gaseoso. El aire soplado también se encuentra, usualmente, a otra temperatura que el externo. A esto se suma, en el caso de muchos instrumentos de viento, de una emisión importante de saliva-básicamente, agua en estado liquido.

Pero lo más importante es el contenido de agua en estado gaseoso, proveniente de los pulmones. El agua gaseosa penetra más rápidamente en la estructura de las maderas que el agua líquida; además hay que tener en cuenta que el aire exhalado, que rellena el interior de la flauta, contiene más de tres veces en promedio más agua que el aire atmosférico.

 

Es normal que una madera se someta periódicamente a cambios de humedad. En última instancia, la constante del clima en nuestro planeta es variar. El problema es cuando esa variación se realiza de manera muy rápida, y/o cuando distintos sectores de una estructura de madera están sometidos a distintos grados de humedad. Esto último es muy proclive a suceder en una flauta, cuyo interior es el que se humedece.

El concepto aquí, entonces, es que ese cambio se produzca de la forma más gradual posible.

La capa de sellador nitrocelulosico aplicada por inmersión que realizo en mis instrumentos de viento cumple precisamente esa función. Las lacas y selladores nitrocelulósicos de alta calidad no proveen, como dije antes, una capa absolutamente impermeable; permiten a través de ella un intercambio atenuado con el ambiente.

flautas y quenas durante el secado, luego de la inmersión en sellador de nitrocelulosa

Adicionalmente, la nitrocelulosa tiene una estructura molecularmente afín con la madera y el bambú, absolutamente atóxica (en especial en estado sólido, seco), sin retención de solventes residuales en la película, y de producción sustentable, ya que no es un producto petroquímico, sino que se obtiene a partir de la modificación de la celulosa. Esta laca trabaja por evaporación, por lo que es fácilmente retocable, y las sucesivas manos se compatibilizan entre sí de manera completa, ya que el diluyente que trae la laca fresca diluye parcialmente la capa anterior, homogeneizándolas completamente.

Asimismo, la capa de acabado nitrocelulósico, siendo lo suficientemente dura pero permeable para permitir el trabajo de humedad, es a su vez elástica para acompañar los movimientos del material.

He notado que por motivos básicamente comerciales, constructores de quenas aplican lacas o barnices en la parte externa del instrumento, cuya función es embellecer el mismo. Pocas veces he escuchado que alguien lo investigue o justifique con razones practicas y acústicas de este procedimiento.

El acabado de un instrumento de viento debe ser pensado de manera funcional, es decir, que ayude a la utilidad. 

Siendo el interior del instrumento, la embocadura, los extremos y los bordes de los agujeros las partes mas proclives a absorber humedad, debe prestarse especial atención a su acabado De nada sirve aplicar una barnizada a las partes mas visibles del instrumento, que justamente son las menos expuestas a riesgo. 

Para ello deben conocerse tanto las características del acabado como del material. En el caso del bambú, la estructura material está compuesta por tres elementos básicos: los hacecillos de conducción -que uno conoce como "las fibras", mas oscuras, el parénquima -que es el tejido más claro que las contiene, y la cáscara, piel o epidermis, que es una cobertura externa semipermeable. Algunos bambúes tienen ceras en su piel, que pueden ser disueltas y esparcidas con calor para protección y embellecimiento de la pieza.

Estructura del bambú que muestra la heterogeneidad del material. Foto de Angel Sampedro del Río

 

Las  llamadas "fibras" son los vasos que transportan los nutrientes de la planta, y otorgan dureza, mientras que el parénquima, que es el soporte de esos vasos, otorga elasticidad al material.

Un bambú muy "fibroso" (con alta densidad de vasos) es duro, pero muy probablemente se quiebre con facilidad al carecer de un colchón de parénquima suficiente para acompañar los movimientos. En todo bambú, los vasos están más concentrados hacia el exterior de la pared, mientras que en interior, el tejido parenquimático es dominante.

Justamente por esto explicado arriba, el interior del bambú es más proclive a absorber humedad que el exterior. Asimismo, los extremos del bambu o los bordes de los agujeros -que justamente se comportan como extremos abiertos- son más penetrables por el agua, tanto líquida como gaseosa. Esto puede comprobarse fácilmente, tomando un trozo de bambu, practicándole agujeros y sumergiendo en agua por uno o dos dias. Se verá una aureola oscura de agua que ha penetrado desde los extremos y por los bordes de los agujeros, mientras que luego despues de varios dias, el trozo entero se tornará oscuro. 

El acabado interno del bambú, es, por lo tanto, más importante que el externo. Un ejemplo muy claro de ello lo vemos en los shakuhachi, flautas japonesas que son tradicionalmente tratadas con una gruesa capa de urushi o laca natural, y actualmente con otras lacas sintéticas menos tóxicas. El exterior es naturalmente menos permeable, y lo que debemos buscar con un acabado es intentar homogeneizar el intercambio de humedad, ralentizarlo, y con ello reducir la dilatación y los riesgos de roturas. Si colocamos barniz en el exterior, y no en el interior, lo que haríamos es aislar algo más la pared externa, y dejando permeable la interna, con lo que, en principio, se agravaría la situación.

 

 
 

 

 

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